Una nueva esperanza.

Cuando era niña quería ser periodista, escribir artículos, entrevistar personas, hasta locutora o corresponsal de guerra quería llegar a ser, por cuestiones que no vienen al caso, no lo fui. Me acuerdo que en 5o año de la preparatoria aún no sabía a qué área me iba a inscribir en 6o año, dependiendo la carrera que se quiere estudiar, hay que elegirla. Lo único que sabía es que tenía que sacar buenas calificaciones para elegir carrera y campus.

Francamente debería de ser ilegal que te obliguen a decidir que es lo que quieres hacer el resto de tu vida a los 15 años, a esa edad no sabes las dimensiones de tus decisiones.

En aquel tiempo estaba en la televisión la serie ER, me encantaba, me imaginaba que así era la medicina en México, jajaja, gran error, ojalá hubiera visto la primera temporada completa. El punto fue que elegí estudiar medicina, a mis 17 años estaba ya en la facultad y aún recuerdo, como si fuera ayer, mi primera clase, de histología, recuerdo que me senté junto al único que conocía del grupo, un compañero de preparatoria que casualmente quedó en el mismo grupo que yo, con quien después iba a estar discutiendo mucho a mediados de la carrera. No recuerdo si fue en el primer año o en el segundo me llegó el atisbo de que no era lo que yo esperaba la medicina, pero por x razón, yo seguí y aguanté, con buenas calificaciones, que hoy viendo hacia atrás, no supe cómo existieron.

Un buen día llegó la elección de plazas para el internado, yo solo sabía que quería irme a un lugar con playa y pensé ”más vale malo conocido que bueno por conocer” y me fui a Veracruz, hasta el día de hoy, el mejor año de mi vida, donde la medicina y yo nos dimos otra oportunidad, donde aprendí mucho, y realmente no me puedo quejar de ese año, solo del jefe de enseñanza que desde el primer día nos lo pintó todo negro, pero no fue así, afortunadamente no tuvo nada de razón, ni de sentido común, también recuerdo a un doctor al que le gustaba acariciar asquerosamente mi mano, los acosadores nunca faltaron en mi paso por la medicina.

Después vino el año del servicio social, en esta ocasión elegí lo más cercano a casa, lo que conllevó al que aún hoy y a pesar de todo lo que he vivido haya sido el peor año de mi vida. Los que siguen este blog, saben a donde fui a dar y porque se lleva el título del peor año, los post siguen abajo en algún lado. Ese lugar se llevó la dulzura que algún día llegué a tener como médica, aunque aún recuerdo la primera paciente que me despertó la ternura, en Veracruz, una niña que requería de Neurocirugía, casualidad o destino, no lo sé.

Pasó el tiempo, acabó el martirio, lo único bueno de ese año fue una gran amiga que hasta ahora conservo. El examen profesional llegó y se fue afortunadamente aprobado. Intenté dos veces el ENARM, para cirugía, en el internado me había enamorado de la cirugía, la última vez quedé a unas décimas de quedarme, pero no pasó, el tiempo diría porque.

En vista del éxito no obtenido entré al propedéutico de una maestría e intenté por última vez el ENARM, ahora para urgencias, asombrosamente fui aceptada en ambas, pero me fui a la especialidad, fueron 3 solitarios años, donde ni una sola alma me felicitaba en persona el día de mi cumpleaños, donde las personas afirmaban que yo no era su amiga, donde otra vez estuve apunto de dejar todo, de agarrar maletas y regresar de Mérida, pero aguanté una vez más y terminé, al final elegí una plaza de trabajo, preguntando a una amiga de la facultad, elegí su hospital ahí la coincidencia se volvió destino.

Cuando empecé con el trabajo en el hospital, veía a mis compañeros con más antigüedad y honestamente yo no me veía igual, después de 10 o 15 años haciendo lo mismo y mucho menos jubilándose un día después de casi o más de 30 años, y lo peor, sin obtener nada a cambio, porque ya no me iba a tocar jubilación, el resto de mi futuro iba a depender de lo que hubiera ahorrado del afore, de las comisiones de esos ahorros y del resto que no me hubiera robado el gobierno.

Y un buen día, como en la vida de todos, llegó la pandemia de COVID a la mía, ahora nos tocaba arriesgar la vida por terceros que no se habían cuidado, por aquellos que por negligencia o accidente se habían contagiado y requerían estancia hospitalaria. Desde el servicio social me había topado con personas conflictivas, pero lo que desató el COVID, fue lo peor que yo he llegado a ver en mi vida, en todos mis años ejerciendo la medicina, desde gente que estuvo apunto de agredirnos físicamente, pasando por los que no creían en el COVID que nunca faltaban, los que aún sabiendo que ya estaban infectados con COVID no se ponían el cubrebocas o que a pesar de saberse contagiados lo ocultaban y los peores los médicos que decían que con el COVID no pasaba nada, los médicos que no quisieron vacunarse, los médicos que solo esparcieron ignorancia entre la gente.

Y ahí finalmente llegó el día en el que ya no pude aguantar más, mi tiempo y propósito en la medicina había llegado a su fin, meses antes había pensado cambiar de vida, pero con la pandemia y después de percatarme que yo había elegido ese camino por una razón, que ya había pasado un año antes de la pandemia, ya no hubo marcha atrás.

Esto había empezado en enero del 2001 y terminaba el 22 de octubre del 2021… el último día que fui a trabajar, dejé 10 años de antigüedad, un sueldo decente, cambié esa “tranquilidad” si es que así se le puede llamar de un trabajo “seguro” por el desempleo, el 25 de octubre firmé mi renuncia y soy feliz al decir que no me arrepiento ni por un segundo de mi decisión. Vale todo cuando ya no me despierto estresada por tener que ir a un trabajo que ya no me hacia feliz, un trabajo en el que tenia miedo de dar informes, de que me tocará un familiar conflictivo o un paciente con COVID, ya no me hacían feliz los casos interesantes, después de tener tan cerca a la muerte, literalmente soplándome en la nuca, ya no quise aguantar más y finalmente decidí darle un giro de 180 grados.

El 25 de octubre empecé el bootcamp de Web Development en Ironhack, pretendo ser una web developer, al inicio de la pandemia ya me había interesado en el tema, pero en aquel momento dije “cuando acabe la pandemia y sean presenciales, me inscribo” Jajajajajajajajajaja, irónicamente la pandemia hizo que todos estos cursos se pudieran tomar remotos y hoy ya no imagino cómo sería un bootcamp presencial.

Ahora me despierto a las 8 de la mañana, me baño, prendo mi computadora y a las 9 am empiezan las clases con excelentes maestros, personas que saben mucho y que les gusta compartir su conocimiento, no con personas que al no saber algo te dicen “tonta” o “estúpida” como pasa en la medicina o con personas celosas de su conocimientos que ni siquiera querían pasar un artículo.

Ahora tengo compañeros que me apoyan, no niego que en la medicina encontré a quienes también me apoyaron, pero también me encontré con acosadores que gustaban de molestarme, no sé si en el mundo de la programación me llegue a encontrar con acosadores, tal vez los haya, pero por lo menos ahora no hay nadie que me toque si no lo quiero.

A las 13.30 horas inicia la hora de comida, como en casa, comida decente y casera, tengo tiempo suficiente para tomar una siesta, descansar en un lugar decente, con un baño decente, no como en la medicina que nunca encontré un baño decente, excepto en mis rotaciones en un hospital de tercer nivel y otro particular.

De 15 a 18 horas más practica, estudio, clases, varía, más aprendizaje, si no entiendes algo, hay alguien, los teachers assistant que te apoyan siempre y con muchísima paciencia, no hay nadie que si te contaminas te dan un golpe en las manos con las pinzas o te corran de algún lugar.

Hoy no sé si hice mi mejor elección de bootcamp, hoy solo tengo esperanzas de que el próximo año conseguiré un mejor trabajo y que poco a poco iré aprendiendo más, creando cosas extraordinarias con la computadora, el sueldo es lo que menos importa, ni todo el dinero del mundo vale la tranquilidad y eso espero encontrar el 2022. No sé lo que me depare el destino, no sé si regresé algún día a la medicina. Pero por lo mientras he decidido un cambio de carrera, después de haber vivido de y por la medicina por 20 años, nunca es tarde para cambiar de vida y hasta ahora, no me arrepiento.

El hubiera no existe.

A veces con el tiempo, después de ver varios vídeos de YouTube, nos encariñamos con los “YouTubers”, uno se entera de su vida, conoce a su familia, el como llegan a donde están y prácticamente conocemos cómo viven, qué enfermedades padecen, sus luchas contra ellas y muchas cosas más.

Hace poco me encontraba pensando en una Youtuber latina que vive en un país de primer mundo, no había visto vídeos de ella y se me hizo extraño, al final averigüé que había fallecido, por la misma causa que fácilmente habrán fallecido en este momento más de 300,000 mexicanos, por Covid.

Ella tenía la particularidad de no creer en las vacunas, si creía en el virus, pero no en las vacunas, como muchos; de hecho conozco gente que se ha enfrentado a pacientes con Covid, personal de salud, y aún así no se vacunan.

Cuando me enteré de lo que le había pasado, al ir viendo los hechos, tristemente parecía que leía una crónica de una muerte anunciada, desafortunadamente cometió muchos errores, no soy nadie para juzgar a nadie, lo peor de todo, lo que más duele es que deja unos niños huérfanos y esos niños realmente la necesitaban.

Esta bien que las personas puedan decidir sobre si se aplican una vacuna, si se ponen el cubrebocas, si se toman un tratamiento, no solo de Covid, de todas las enfermedades, todos los diabéticos tienen la opción de seguir una dieta y no tener complicaciones de la diabetes, todos los pacientes con cáncer pueden negarse al tratamiento, aunque ello conlleve fallecer tempranamente, pero en el caso del Covid no es nada más asumir las consecuencias de las decisiones uno mismo.

Si no usan cubrebocas y se contagian, no solo se contagian a sí mismos, pueden contagiar a otras personas, personas que quizá se han cuidado en extremo para evitar contagios, gente que quizá no han salido en toda la pandemia, que si salen a la calle hacen incluso cuarentena dentro de casa, que pueden tener o no cualquier otra enfermedad que pudiera agravar un cuadro de Covid y llevar a alguien inocente a la muerte.

Si no se vacunan y no se cuidan, empeora la imagen, no sólo se contagian y contagian, sino que tienen más probabilidades de fallecer y todo sale peor si no son sanos, o cuando son padres o madres de familia, dejando niños huérfanos y ellos seguramente no tendrían ni idea de lo que sucedió.

Lo peor de todo es que no es el único caso de este tipo del que me entero, madres que deciden no aplicarse la vacuna contra Covid, contraen el virus y fallecen, nunca sabremos si la vacuna o no hubieran hecho la diferencia, si no hacer un viaje, ir a una fiesta, ponerse bien el cubrebocas, etc, pudieran haber hecho una diferencia.

El tiempo no se detiene, el hubiera no existe, mejor cuidarse lo más posible hoy para despertar mañana.

Bye, bye 2020.

Por fin se acaba el 2020, sabíamos que iba a ser un año difícil, pero la realidad superó realmente las expectativas, desafortunadamente muchas familias terminan el año incompletas y más infortunadamente muchas más no entienden la importancia de cuidarse y quedarse en casa sin reunirse, por lo que habrá más muertes en los próximos días, los hospitales seguirán saturados y los contagios aumentarán.

De todos los planes que tenía este año, solo pude realizar uno, un viaje con una querida amiga, aunque este encierro me hizo conocer a más gente en las redes sociales, incluyendo a alguien que se ganó mi corazón rápidamente, mi querida amiga Lis, una peruana viviendo en Berlín, ella me enseñó mucho en poco tiempo, me hubiera gustado conocerla en persona, aunque partió demasiado pronto, me ayudó a entender, junto con el Covid y mi 2019 que la vida solo se vive una vez y uno nunca sabe cuando la salud se puede ir por la puerta, lo peor es que a veces, aparecen enfermedades que se pueden llevar a más de uno de nuestros seres queridos.

El 2021 no será muy diferente a este año, aunque ya está circulando la vacuna, no lo hará lo suficientemente rápido y efectivo para que la pandemia mejore antes de empeorar, la gente seguirá haciendo lo que mejor hace, seguir sin seguir indicaciones prudentes, no las del gobierno. Seguirá habiendo gente que se seguirá sintiendo invencible ante una enfermedad que ya ha terminado con la vida de muchos.

Cuídense el próximo año y cuando se pueda, vivamos la vida con toda la pasión que se pueda.

Se va el 2019 y se da por concluida la década.

Esta década pasó mucho, no lo que hubiera deseado hace 10 años, me equivoqué mucho, cometí el peor error de mi vida, lloré mucho, reí aún más, aprendí muchas cosas, hice una especialidad, una maestría, viajé un poco por el mundo. Pero así como aún hay mucho mundo por conocer, hay experiencias por vivir, gente por conocer, lágrimas por llorar, carcajadas que reír y muchas cosas más.

Este año aprendí mucho de la vida, casi me lleva, lo que vulgarmente es conocido como la «chingada», pero salí adelante gracias al apoyo incondicional de mi familia y verdaderos amigos. El 2019 pudo convertirse fácilmente en el peor año de mi vida, y aunque fue difícil, el año del servicio social sigue siendo el peor año de mi vida.

Este año aprendí a no darme por vencida, que la vida no acaba hasta que la muerte se hace presente. Estos últimos dos años de la década conocí a alguien que me enseñó a seguir adelante a pesar de todo, a sonreír a la vida a pesar de tener un mal diagnóstico o salir de quirófano, a seguir cantándole a la vida sin quejarse del destino que nos tocó vivir.

Gracias a Freddie por cantarme a diario y hacerme sentir acompañada en todo momento, hasta en los peores. Gracias a todos los que estuvieron conmigo, los que me leyeron, los que se preocuparon por mi. Espero que este bache quede pronto atrás y si se vuelve a presentar, que pueda brincarlo otra vez.

Mis mejores deseos para todo aquél que lea este mensaje, para el que entienda el mensaje entre líneas y para el que siga leyendo el blog.

Así viví el 19 de septiembre del 2017

Crecí escuchando historias del terremoto en México en 1985, yo era una pequeña bebé cuando eso ocurrió. Escuché muchas historias de aquel temblor de quienes lo vivieron en primera mano. Mis papás me contaban una y otra vez como vivieron aquellos segundos del peor movimiento telúrico que se había sentido en México, del estrés de no poderse comunicar a falta de líneas telefónicas y celulares. Aunque siempre dijeron que podía volver a pasar, nunca pensé que yo podría vivirlo.

Casualmente fue un 19 de septiembre, es tan irónico, había habido un simulacro unas horas antes, como cada 19 de septiembre, conmemorando el terremoto del 85.

Yo estaba tranquilamente trabajando, como cada mañana, haciendo un ingreso de una paciente que habían enviado de CMN a nuestro hospital. Estaba sentada, escribiendo una nota en la computadora. De pronto, sentí como si estuviera pasando un camión pesado, sentí que la tierra brincaba. En segundos pensé que el sitio en donde estaba se encontraba demasiado lejos para sentir un camión que pasara en la avenida. Pensé que estaban golpeando la pared, pero el movimiento no cesaba, al contrario, aumentó. Después de sentir ese movimiento por mas segundos me di cuenta de que en ese momento estaba sintiendo lo que muchas veces me habían contado.

En cuanto me di cuenta de que estaba temblando me levanté de la silla, caminé por el pasillo rápidamente, había gente yendo hacia la salida. Afortunadamente estábamos en planta baja. A medio pasillo encontré una señora que no quería salir hasta que la alcanzara su esposo, la empuje hacia afuera. Las luces del servicio se apagaron. Salí tambaleándome, la tierra seguía moviéndose y de pronto me jalaba dificultándome el caminar. No brincaba, como al inicio, ahora solo oscilaba. El movimiento fue disminuyendo durante segundos que se hicieron los más largos que había vivido hasta ese momento.

Como siempre hacemos en los momentos de estrés, empezamos a bromear y platicar. En cuanto se cesó el temblor hablé con mi familia corroborando que estaba bien. Las personas me dijeron que no había líneas telefónicas, pero la magia del internet, que en 1985 no había, me ayudo a comunicarme con mis familiares, que afortunadamente no estaban en casa, en un quinto piso.

Abrí el Twitter y empecé a ver lo que había sucedido con el terremoto. Empezaban a salir los vídeos de los edificios balanceándose. El sismológico empezó a publicar la intensidad de 7.1 con epicentro entre Puebla y Morelos. Las bromas seguían, las personas seguían intentando comunicarse con sus familiares, los tuits iban aumentando.

No nos dejaron entrar inmediatamente. Estaban revisando el edificio. De pronto alguien dijo que se habían derrumbado edificios. Yo vivo en un edificio de aproximadamente 7 años, en un quinto piso, me pregunté si aún seguía teniendo casa en donde vivir. Me dijeron que por la zona en donde vivía no había pasado nada.

Luego de una rápida revisión al hospital, nos dejaron entrar, creo que fui la primera que corrió a terminar el trabajo para poder ir a casa.

Habitualmente el camino dura máximo una hora entre mi trabajo y mi casa, pero esa vez duro 2 horas. Entre toda la maravilla del internet, Waze te dice por donde puedes evitar tráfico. No me llevo por el camino habitual. Los únicos daños que vi durante el trayecto fue un espectacular derribado encima de un trailer.

Y tráfico y más tráfico. Gente aún afuera de los edificios, con miedo. Nunca había escuchado el radio rumbo a casa hasta ese día. Los locutores comentaban la intensidad del temblor, los edificios derrumbados. Todo lo que había visto únicamente por vídeos del terremoto del 85.

Después de dos horas de camino, llegué a casa, aún seguía en pie el edificio, entré, no se veían daños, ni grietas. Subí al departamento y únicamente encontré puertas de los muebles abiertas, unas cuantas cosas se habían salido de su lugar, la lámpara de la sala, que nunca antes se había movido, chueca.

Y encontré lo más importante, una chihuahua ilesa y una gatita tan asustada que no se separó de mí en todo ese día.

Siendo un temblor de 7.1, habiéndose derrumbado tantos edificios, lo primero en lo que pensé fue que iban a haber réplicas. Preparé una mochila con alimento de las mascotas, todas las baterías externas, un poco de alimento, las correas de las mascotas y esperé las réplicas que afortunadamente nunca llegaron a sentirse ese día.

Esa noche dormí vestida, con tenis, con todo listo para salir corriendo en caso de cualquier pequeño movimiento. Aunque todo ese día estuve mareada, con los movimientos que sentía tenía que detenerme de algún mueble, mirar el móvil pegado del techo para saber si era solamente un mareo o estaba temblando de nuevo.

Los mensajes de mis amigos empezaron a llegar. Todos bien. Ninguna pérdida cercana que lamentar. Pero algunas zonas de la ciudad estaban derrumbadas. Una escuela, un edificio de oficinas, edificios de departamentos. Centenares de personas atrapadas. Y como en 1985, la gente empezó a mover los escombros, a sacar personas y animales atrapados. Poco a poco empezaron a difundir los vídeos que hasta el día de hoy no dejan de sorprenderme y de conmoverme hasta las lagrimas. Edificios derrumbándose, balanceándose, cayendo encima de personas, con paredes agrietadas, inhabitables. Empezaron a difundir las cuentas de la Cruz Roja, de los Topos, los sitios de los centros de acopio. La gente salió a las calles para ayudar con sus propias manos.

Al otro día, tuve que salir a ayudar, siendo médica podría ser útil, pensé. Viendo toda la solidaridad del pueblo mexicano, salí rumbo a Parque España, imaginé que las calles podrían ser un caos, tomé un Uber que fue gratis por ser rumbo a un centro de acopio, el caos vial solo estuvo en las calles alrededor del parque. Había tanta gente ayudando que no sabía ni a quien dirigirme. En Twitter decían que necesitaban voluntarios en Parque México así que me dirigí allá. Solo tomaron mis datos, por el momento no requerían ayuda médica. Había mucha gente ayudando a pasar todas las donaciones, víveres, medicamentos, palas, picos, alimento para mascotas, agua, de todo. Me quede unas horas en la línea humana. A mi alrededor había gente de todo tipo, noté de clase media alta, de clase media baja, había incluso unos españoles a mi lado, todos queriendo ayudar.

Cuando regrese a casa, había aumentado el caos vial, tuve que hacer la mitad del camino a pie, en el trayecto vi edificios dañados, con grietas, inclinados, escombros en el piso, la gente se acumulaba a una distancia aparentemente prudente, en espera del colapso de algunos edificios. Había mucha gente rumbo a los centros de acopio con muchas cosas para donar. Y caminando vi lo que solo había visto en fotos, un edificio derrumbado, como si fuera un sándwich de cemento, fue impresionante ver la magnitud del desastre, pero me impresionó más la cantidad de gente que había ayudando, entre rescatistas, militares, policías, voluntarios que de mano en mano intentaban sacar los escombros para ayudar a las personas a salir. También vi vecinos organizándose para ir a ayudar. Jamás pensé que el pueblo mexicano se volviera a unir por la desgracia de la misma forma que en 1985 lo hizo. Ese día me sentí orgullosa de ser mexicana. 

Las noticias seguían, otros edificios se colapsaban, otros edificios eran evacuados por su alto riesgo de derrumbe. Hasta hoy no conozco a nadie que haya tenido que ser rescatado o haya fallecido. Pero México tuvo muchas pérdidas humanas. Muchas mascotas se perdieron, unas saltaron de sus balcones, otras corrieron asustadas. Algunas personas y algunas mascotas han sido rescatadas y devueltas a sus familias, otras han cruzado el arcoíris. La cifra de desaparecidos disminuye y aumenta la de fallecidos.

Aún hoy, 2 de octubre, el temblor sigue siendo tema de conversación, todos decimos que fue terrible, que se sintió horrible, que nos dio miedo. Lo peor, para mí, es que no se escuchó en ningún momento la alerta sísmica en donde trabajo, ni en las calles. En la Ciudad de México, sonó cuando ya había empezado el temblor.

El 7 de septiembre había habido un temblor, incluso más fuerte que el terremoto del 85, de 8.2 de intensidad. Esa noche si había sonado la alerta sísmica, sonó aproximadamente 50 o 60 segundos antes del temblor, que sí, se sintió feo, pero no tan terrible como el del 19 de septiembre del 2017.

Siempre la gente escuchaba que iba a temblar más fuerte que en 1985, sabíamos que iba a pasar, pero ciertamente, por lo menos yo, nunca pensé que lo viviría, que la gente saldría a montones a las calles a ayudar con sus manos a quitar escombros para sacar gente de los derrumbes, nunca pensé que Twitter sería una herramienta tan útil como lo fue.

Suponemos que volverá a temblar, no sabemos cuando, no sabremos donde estaremos, si en casa, en camino, en el trabajo, pero debemos de prepararnos. Aún hoy siguen sacando personas de los escombros, tristemente sin vida. Las noticias nos dan a conocer que parte de la tragedia la ocasionó esa corrupción que invade a México como un cáncer. Esperemos que haya justicia para aquellos que perdieron la vida o sus casas a causa de este temblor. Esperemos que México se prepare mejor para el próximo terremoto. Esperemos que el pueblo mexicano siga siendo solidario en las desgracias.

Marcelino Perelló, Vergüenza en Radio UNAM 

«Si no hay verga, no hay violación» así dijo Marcelino Perelló, un personaje que por lo menos yo, hasta el día de hoy desconocía totalmente. Pocas cosas indignan tanto y este simple y vulgar comentario, por lo menos a mí, me ha indignado demasiado. 

El susodicho personaje mencionó esta «célebre» frase en un programa llamado «Sentido contrario», nada más y nada menos que en Radio UNAM, lo cual me decepciona enormemente. Dado que yo he estudiado aproximadamente unos 15 años en la UNAM, me enfurece realmente que personajes que trabajen en Radio UNAM hagan comentarios tan retrógrados,  ignorantes, sexistas, machistas y misóginos. ¿Quién contrató a este personaje en la UNAM? ¿Sólo porqué fue dirigente del movimiento de 1968 lo contrataron? ¿Quién le dio libertad de expresarse así de las mujeres?

Acompañado de Javier Platas y de una mujer, de quien desconozco el nombre, que se limita a decir monosílabos que son desechados por el «locutor», Marcelino Perelló dijo y cito «Consideró (el Porky que fue amparado) que (Dafne) estaba muy buena y metible» «Tampoco eso, de que te metan los dedos es para armar un desmadre estrepitoso» «La violación implica necesariamente verga, si no hay verga, no hay violación, ósea, con palos de escoba, dedos y vibradores no hay violaciones, hay una violación a la dignidad si tú quieres, pero de esas hay muchos tipos» «Si sucede, sobre todo con las viejas cuero, incluso la violación, no hay para qué desgarrarse las vestiduras, si les gusta, no te hagas pendeja Laberinto (supongo que así le llaman a la mujer que los acompaña en la emisión, la cual contesta que no, que a ella no) bueno a ti no, pero hay mujeres que solo han sentido un orgasmo cuando han sido violadas, eso es algo registrado en la literatura especializada, cuando no hay culpa, es decir, cuando te violan, entonces tú no tienes ninguna responsabilidad, te violaron, entonces gozas, por que de otra manera, al estar gozando del pecado original, ósea, coger sigue siendo pecaminoso, no solo en la religión cristiana, no solo en la configuración ideológica occidental, no me negarás que en los juegos sexuales está implícita la violencia, la violación, son frecuentes las prácticas del golpeo, el amarrar, pero comunes» «Esto de común acuerdo no hace más que remitir al hecho del placer que conlleva el ser forzada, también para los hombres»

Él es el secretario general del Museo universitario del Chopo, articulista de un diario nacional y es funcionario de la UNAM, presentador del programa «Sentido contrario»

Yo simplemente no entiendo como es posible que alguien, cualquiera, hable de esa forma, con esas palabras tan soeces en la radio de la UNAM, que se supone es una radio respetable, no entiendo cómo es posible que en pleno siglo XXI haya alguien tan retrógrado que ofende no sólo a la chica veracruzana violada por el Porky amparado, no solo a las mujeres que han sido violadas por desconocidos o por conocidos, sino que ofende a todas las mujeres que por lo visto tenemos que seguir defendiendo nuestros derechos, no como feministas o feminazis, sino como mujeres, porque aún existen hombres como este tipo no creen que nos debemos de quejar de una mirada lasciva, de un «piropo», o  que piensan que meterle los dedos a una mujer en la vagina no es violación, pensamiento que es totalmente equiparable a lo que hizo el juez al brindarle el amparo al famoso Porky, decir que no tuvo placer sexual con el hecho, que afortunadamente está tipificado en el código penal federal art 265 «Al que por medio de la violencia física o moral realice cópula con persona de cualquier sexo, se le impondrá prision de ocho a catorce años. Para los efectos de este artículo, se entiende como cópula, la introducción del miembro viril en el cuerpo de la víctima por vía vaginal, anal u oral independientemente de su sexo. Se considerará también como violación y se sancionará con prision d economía a catorce años, al que introduzca por vía vaginal o anal cualquier elemento o instrumento distinto al miembro viril, por medio de la violencia física o moral, sea cual fuere el sexo del ofendido» Así que aunque este personaje crea que no es un delito, el Código Penal Federal si lo reconoce como tal. 

Si a Nicolás Alvarado lo destituyeron de TV UNAM por expresar su opinión educadamente en un medio que no era TV UNAM, exigimos que a este personaje lo despidan inmediatamente por que está expresando su opinión con palabras vulgares y ofendiendo a todas las mujeres. 

La actitud del mexicano. 

El mexicano no camina por la banqueta, camina abajo de ella y como si estuviera caminando en la Alameda. 

El mexicano no usa las direccionales al manejar, si bien va saca una mano, si no, solo se avienta al otro carril. 

El mexicano en sus fiestas religiosas escucha banda a grandes volúmenes y se emborracha. 

El mexicano tira basura en la calle mientras camina, maneja o pasa por ella. 

El mexicano sabe que no puede hacer dos cosas a la vez, pero a veces fuma, maneja y usa el celular al mismo tiempo. 

El mexicano es feliz subiendo a sus hijos al auto, no le ponen cinturón de seguridad, ni los sientan en un asiento, pueden ir parados entre los dos asientos delanteros y si son pequeños los pueden llevar entre las piernas del conductor. 

El mexicano cuando viaja en motocicleta sube a su mujer y a uno o dos hijos en medio de ellos, sin casco, porque no se siente el mismo aire en el cabello. 

El mexicano no sabe para qué se usan las direccionales pues aunque alguien las use, creen que solo son foquitos que prenden y apagan como árboles de Navidad. 

El mexicano no usa las ciclovías en donde hay, le gusta la adrenalina y se mete enfrente de los autos y en sentido contrario. 

El mexicano cuando camina en las calles o las cruza va hablando por teléfono o va con los audífonos, todo esto a velocidad lenta, aunque no esté el semáforo a su favor. 

El mexicano no conoce la puntualidad, nunca llega a tiempo e incluso podría cancelarte un día o una hora antes una cita. 

El mexicano cruza las calles por donde se le pega la gana, no por los cruces peatonales, pasa y espera que los autos se detengan a su paso. Y si hay puentes peatonales pasa debajo de ellos y observa como los perros callejeros si pasan por los puentes y esperan el semáforo. 

El mexicano observa el semáforo y si ve la luz amarilla acelera para pasar. 

El mexicano cuando es policía y está en un crucero en vez de agilizar la vialidad, la entorpece. 

El mexicano que es policía suele asaltar y hacer secuestros express. Muchos dan más miedo que seguridad. 

El mexicano cuando es detenido por una patrulla suele pedir la atención ofreciendo una moderada cantidad monetaria. 

El mexicano puede no tener dinero para arreglar o comprar una casa, pero si tiene una hija le hace una gran fiesta de 15 años con el dinero que no tiene. 

El mexicano que conduce cualquier transporte público es un peligro al volante. 

El mexicano dice que hace como que trabaja porque los patrones hacen como que les pagan. 

El mexicano puede amar a su madre, pero si está enojado puede lanzar mentadas a otros. Y algunas veces incluso puede abandonarla en momentos dificiles, como en un hospital.

El mexicano tiene amigos imaginarios a los cuales les reza y espera que por arte de magia se le aparezca un trabajo o se le resuelva un problema. 

El mexicano se siente en la luna cuando maneja por todos los baches que están en todas y cada una de las vialidades que parecen cráteres. 

El mexicano hace todo más complicado para los demás si hay una forma de hacerlo fácil para él. 

El mexicano se lleva mejor con su familia cuando hay defunciones, mientras es un caos familiar lleno de discusiones. 

El mexicano quiere estar cerca de otra persona en sus últimas horas de vida por qué no lo estuvieron en toda su vida. 

El mexicano puede abandonar a cualquiera, desde sus perros, mascotas, hijos, esposas y hasta madres. 

El mexicano publica todo lo que hace en el Facebook, hasta fotos en el baño publica. 

El mexicano cuando es alcohólico puede jurarle a sus amigos imaginarios que no tomará por algún tiempo y lo hace, pero cuando termina ese tiempo se bebe lo que dejó de tomarse. Y cuando un médico le dice que tiene que dejar de beber porque está en riesgo su vida, no lo hace. 

El mexicano puede creer en amigos imaginarios o en chochos que no hacen nada o en productos milagro que no sirven para nada y aún así pagar grandes cantidades para conseguirlos. 

El mexicano espera que alguien más le resuelva sus problemas en los que solito se metió.

El mexicano rara vez lee, no se entera de lo que pasa en su país, a veces, cuando llega a ser presidente no puede ni nombrar tres libros. El único libro que todos los mexicanos conocen aunque no lo hayan leído es la Biblia. 

El mexicano ama las telenovelas baratas y sueña con la vida que tienen sus protagonistas pobres que se vuelven ricos. Aunque no hayan estudiado y todo lo quieran como si fuera un milagro. 

El mexicano no ve si puede o no puede mantener decentemente a sus hijos, solo los tiene como conejo, porque dice su religión que está prohibido usar métodos anticonceptivos y aceptarán los hijos que sus amigos imaginarios les manden. 

El mexicano ama pero también teme a sus amigos imaginarios. Dicen que son amados por ellos pero si se portan indebidamente serán fuertemente castigados. 

El mexicano cree que todos sus infortunios son causados por alguien más y si no hay a quien echarle la culpa se la echan a sus amigos imaginarios. 

El mexicano se interesa más en las vidas de extraños que salen en la tele como actores y actrices que en la vida política de su país. 

El mexicano sale a las calles en masa cuando se trata de fiestas para sus amigos imaginarios, pero cuando se necesita su presencia en las calles por el mal gobierno se queja de los que sí salen a defender su país. 

Por esto y mucho más, sino fuera mexicana, tal vez odiaría a los mexicanos. Aunque por esto odio a algunos mexicanos, porque afortunadamente no todos los mexicanos somos así. 

Otro 12 de diciembre más

Como cada año miles de mexicanos salieron a las calles, pero no fue por el alza del dólar, la caída del peso, que solo hayan aumentado 7 pesos el salario mínimo, la corrupción, ni nada que afecte realmente a la población mexicana. Salieron para ir a celebrar el día de la virgen de Guadalupe. Salieron de diversos lugares a la redonda del Distrito Federal hacia la basílica de Guadalupe, unos caminando, otros en bicicleta, en motocicleta o en autobuses. 

No soy católica, ni religiosa, así que creo firmemente que la virgen de Guadalupe es un invento de los españoles, que modificaron el nombre de Tonantzin para conquistar a los indígenas mexicanos, que muchos fueron asesinados por no aceptar su creencia y así, al día de hoy, el 12 de diciembre se hace una gran fiesta en su honor con todo y juegos pirotécnicos, de los cuales sigo sin entender su relación con la fiesta pagana. 

Detrás de los miles de peregrinos quedan muchos kilos de basura, hay muchas fuentes que dicen que también dejan detrás a sus perros que fielmente los siguen, cuidando de su camino. Algunos dicen que hacen esa larga caminata para agradecerle algo, para pedirle algo, con humildad «se supone», por que la realidad es que no se nota, ya que tienen cero educación vial, en algunos kilómetros de su camino vi a algunos peregrinos con niños pequeños en carriolas a pleno rayo del sol y ni que decir de su educación cívica, claro está que no todos lo hacen, nunca es bueno generalizar.

Yo creo que el día que el pueblo mexicano deje de enajenarse con la religión, con la televisión abierta y empiece a cultivarse leyendo, viendo noticias en buenas fuentes e interesándose en su entorno, el gobierno va a dejar de robar el patrimonio, va a dejar de venderlo o va a dejar de abusar del pueblo. El día en que el pueblo mexicano salga en masa a las calles por las injusticias del gobierno y no para quitar derechos a otras personas como en la marcha pro familia, ese día, México va a ser la potencia que debería de ser. Pero mientras que siga creyéndole a Lopéz Dóriga, viendo a Laura Bozzo y la Rosa de Guadalupe, votando por el candidato «guapo» México no cambiará. 

Esta es mi opinión y no espero que nadie más la comparta, si no estás de acuerdo, solo no ofendas, que yo no lo he hecho. 

¿Independencia de México?

Hoy es 15 de septiembre, el día en el que se da el Grito de Independencia en todo México y en muchos lugares extranjeros; y hoy la Presidencia de la República ya tiene a sus respectivos acarreados que intentarán gritar #VivaMéxico sobre el #RenunciaYa hacia Peña Nieto, quien tal vez es el Presidente de México más odiado, quizá incluso de todas las épocas, tal vez superando a Díaz Ordaz por el poder de las redes sociales de hoy en día.

Tristemente para el caso de Peña Nieto hoy nos enteramos de todas las cosas que él no quisiera que el pueblo se enterase, como sus casas blancas, sus departamentos en Miami, en fin, su tráfico de influencias cotidiano. Después de dos sexenios fuera del gobierno priista, aparece este Presidente, que hasta en duda tiene su licenciatura, que dejó escapar por segunda vez al capo más importante del narcotráfico mexicano. Sexenio en el que el dólar ha llegado a niveles exorbitantes y en la televisión abierta siguen diciendo que no nos afecta. Y su gran error, o por lo menos el que espero que todo el mundo recuerde, el invitar a Trump a México, permitiéndole obtener material gratuito y fácil para burlarse una vez más de los mexicanos en su propia casa.

Hoy es el Grito de Independencia en México y habrá muchos acarreados, siempre me he preguntando, ¿Cuánto cuesta la dignidad para venderla de esa forma? Ir a gritar apoyo para un gobierno a quien solo le interesa que haya gente, a quienes no les interesa si el pueblo mexicano progresa o no. No imagino universitarios o gente de nivel socioeconómico alto o alto medio vendiéndose para estas tretas gubernamentales. Creo que la gente necesita tener cierto nivel de ignorancia, no necesariamente educativa, sino mental, porque puedes tener una licenciatura, una maestría o un doctorado y ser de las personas que me he encontrado, de las que votan por el PRI «porque la familia es priísta». Aunque ciertamente sigue existiendo muchísima gente que ni leer sabe y pues no hay que decir que informada no está.

Lo único bueno que vi el día de hoy fue la marcha #RenunciaYa, una marcha en contra del gobierno priísta de Peña Nieto, dado que ha demostrado con creces su gran ineptitud para gobernar decentemente a México o su gran astucia para vender a México, como lo quieran ver. Apoyo la marcha, apoyo la moción a que renuncie el actual presidente, pero sé que realmente no pasará nada, terminará su sexenio, yo espero que con todo el pueblo mexicano en contra de él y de toda su familia, intentando imponer al próximo presidente de su mismo gobierno y la única esperanza que me queda es que ese pueblo que se vende hoy por unos pesos para ir a apoyar a Peña Nieto no apoye al candidato priísta en la próxima elección para presidente. Pues si queda elegido otro nuevo gobierno priísta, por lo menos yo, habré perdido la esperanza en el pueblo mexicano. 

¿Realmente celebramos la Independencia de México? Si, salimos del yugo del gobierno español que tenía en México una colonia más, pero ahora, el yugo es diferente, es nuestro propio gobierno y por más que gritemos #VivaMéxico, no nos liberaremos de él hasta el final del sexenio.

Irreversiblemente decepcionada

Mientras más conozco la realidad de México, más me encuentro decepcionada de este país. Aquí nací, aquí he estudiado, aquí me he criado, aquí vive casi toda mi familia y ahora la situación de México me incita a querer emigrar a cualquier país. 

Ayer supe de una noticia lamentable, habían asesinado a un padre de familia que viajaba con ella de vacaciones, con todo y sus mascotas. Yo siempre he dicho que viendo las redes sociales de todo se entera uno. Sin embargo, esta nota la dieron por radio, la busque sin éxito en el Twitter y qué decir de Facebook. Las redes sociales estaban más preocupadas por otras notas. Lo más lamentable es que notas basura como las Ladys y Lords de México arrasan en las redes sociales y otras notas no. 

México se caracteriza por gente desinformada y lo peor no es que falte información, sino que no les interesa informarse, o peor, cuando se enteran de algo, simplemente no les importa. Alguna vez mencioné frente a otras personas el atentado a Niza, y lo que obtuve como respuesta fue silencio, no les importó a las personas que me rodeaban. 

Así como no les importa a mucha gente lo que pasa en otros países, hay gente que no se preocupa por lo que pasa en su propio país. Peña Nieto vendió PEMEX (simplificando la reforma energética), lo quebraron y ahora va en declive y a pocos les importó, tal vez porque pensaron que no les afectaría, gran error. La reforma energética se hizo, aunque fuera anticonstitucional y traición a la patria. 

Ahora sigue la salud. Hay miles que se quejan de los servicios de salud públicos, pero no tienen los recursos para un servicio privado, un seguro de gastos mayores está en más o menos 10,000 pesos. Lo que se propone es que se subroguen servicios y recursos entre las distintas instituciones, unificando sus precios. Ahora díganme el momento en el que el gobierno se ha caracterizado por pagar el mejor precio, el momento en el que no ha existido tráfico de influencias en México para pagarle más al compadre, al amigo o para obtener grandes casas a cambio de contratos millonarios. Han reducido ya el presupuesto para la salud y pagando lo que se planea habrá menos salud para menos mexicanos. Pero lo peor no es eso, sino que lo peor es que la gente no dice nada. Otra reforma anticonstitucional saldrá y la gente no dirá nada. Y seguramente se seguirán quejando del eslabón más débil de la cadena, que somos los médicos, que atendemos con lo poco o mucho que tenemos, atendiendo hasta 20 pacientes por turno. 

Estoy franca e irreversiblemente decepcionada de mi país, del gobierno a quien ya pocos creen, porque creer en él es sinónimo de ignorancia pura, de la gente a quien no le importa salir adelante, que no le importa informarse, que no le importa aprender a leer y escribir, que no le interesa educarse, que no le importa tirar basura en la calle aunque mañana tenga su casa inundada por las coladeras tapadas, que no le importa cuidar su cuerpo porque Dios dirá, que ve más la Rosa de Guadalupe anhelando uno de esos milagros que hacer las cosas por sí mismos, que ven a Laura Bozzo en vez de leer un libro. Estoy decepcionada que digan que a pesar de la situación que vivimos México es considerado uno de los países más «felices» del mundo, pues creo que debería de ser uno de los más indignados y al borde del golpe de estado. 

México podría ser mejor pero por su gente nunca lo será. Ojalá que un día salga de aquí.